Ley MAPE: entre la protesta y la oportunidad histórica para el Perú
Formalizar o fracasar, dilema del Perú atrapado entre la violencia y la riqueza del oro.

Los enfrentamientos
entre mineros y la Policía no son hechos aislados, sino la consecuencia de un
proceso de formalización inconcluso y de un vacío normativo que mantiene en la
ilegalidad a miles de familias.
Reconocer y ordenar la minería artesanal podría transformar la violencia en productividad y reposicionar al Perú como potencia mundial del oro.
Un conflicto que se
repite
El actual
enfrentamiento entre mineros artesanales y la Policía, en protesta por la
situación del REINFO y la necesidad de una Ley MAPE clara y
viable, recuerda al de finales de 2024, cuando cientos de mineros
acamparon frente al Congreso exigiendo la ampliación de plazos de formalización
y denunciando trabas que hacían casi imposible cumplir con los requisitos
legales.
El patrón se repite: promesas incumplidas, mesas técnicas sin resultados y una cadena de informalidad que alimenta la frustración social.
El origen del problema
La raíz está en un proceso de formalización diseñado sin realismo:
- Se
exigió a los mineros artesanales firmar contratos con titulares de
concesión que muchas veces no querían otorgarlos.
- El
acceso a créditos, tecnología limpia y mercados trazables ha sido casi
nulo.
- La
minería ilegal encontró terreno fértil, alimentando mafias,
contrabando y violencia en zonas críticas como Madre de Dios o Pataz.
En lugar de crear un camino progresivo de inclusión, se generó
una muralla normativa que terminó empujando a miles a la clandestinidad.
Las alternativas de solución
Superar este escenario no pasa por más interdicciones aisladas ni por
prórrogas sin rumbo. La Ley MAPE debe incorporar:
- Zonificación
clara de áreas permitidas para la pequeña minería y la artesanal.
- Trazabilidad
digital obligatoria del oro, desde la bocamina hasta la exportación.
- Fin
del mercurio, acompañado de programas de reconversión tecnológica y
financiamiento blando.
- Régimen
tributario simplificado, que incentive la formalización con beneficios
reales.
- Control
riguroso de insumos (combustible, explosivos, químicos) para cortar
el abastecimiento a operaciones ilegales.
Este es el camino para que la MAPE deje de ser un problema de seguridad
y se convierta en un motor de desarrollo territorial.
Las consecuencias de no actuar
Si no se toman decisiones de fondo:
- Continuarán
los conflictos sociales en Lima y en las regiones.
- Las mafias
criminales seguirán capturando territorios auríferos.
- El
Perú perderá competitividad internacional, con un oro cada vez más
cuestionado en el mercado global por su origen dudoso.
- Se
agudizarán los pasivos ambientales y la desconfianza ciudadana
hacia el Estado.
¿Qué pasaría si se formalizara la MAPE aurífera?
Hoy, el Perú produce oficialmente alrededor de 100 toneladas de oro
al año, ubicándose en el décimo lugar mundial. Sin embargo, estudios
estiman que entre 30 y 100 toneladas adicionales provienen de la
minería artesanal e ilegal.
- En
un escenario conservador (30 t legalizadas), el Perú subiría al 6.º o
7.º puesto mundial.
- En
un escenario alto (100 t formalizadas), el país alcanzaría cerca
de 200 t anuales, compitiendo con Canadá y acercándose
al top 4 mundial junto a China, Rusia y Australia.
La formalización, por tanto, no solo es un asunto de orden interno:
podría reposicionar al Perú como un líder global del oro, pero con un
sello de responsabilidad y trazabilidad.
Reflexión final
La disyuntiva es
clara: o seguimos administrando el conflicto con prórrogas y represión, o
asumimos la Ley MAPE como política de Estado.
Formalizar no es premiar la
ilegalidad, es convertir el desorden en oportunidad, cerrar la brecha
entre la ley y la realidad, y transformar al Perú en un país que no solo
produce oro, sino que lo hace con legitimidad, sostenibilidad y orgullo.